Mariana Costa Villegas
Casi nunca tomo fotos de mí ni de dónde vivo; tampoco de la gente que quiero ni de los momentos significativos. Ni siquiera de mi gato. Creo que en parte es porque aprendí que eso a nadie le importa. Cuando salir de la casa se volvió prácticamente imposible, sin tanto ruido, pude escucharme un poco, empecé a usar la cámara para estudiar mi espacio, para ver hacia afuera y hacia adentro y reconciliarme con lo que importa.
Comments