¡Les presentamos el octavo número de Pluvia con mucha alegría! Las colaboraciones aquí reunidas se hacen eco entre sí...

Ya casi nunca escribo. Supongo que me quedé sin palabras. O tal vez fue el tiempo que faltó, siempre el tiempo...

Si esta poesía fuera como las hojas de mi diario ya no alcanzaría papel para delinear el verso que pretendo esconder.

Hay algo que me llama en la montaña, en la cueva y en el fondo del mar. La voz de la naturaleza, el aroma de lo desconocido que implora...

Las aves y los surfistas se van al alba. Llevaba binoculares, pero no veía nada.

La lectura y la escritura siempre me han significado un refugio. Son un espacio de creación, de afirmación, de claridad.

Desde diciembre mi cuello decide la gravedad de mi cuerpo; decirlo así es fácil, decirlo tomando las letras como unidad de pensamiento...

Si brillo como es costumbre, todo alrededor resbala entre oníricos cristales soleados muy llenos de papel amarillo