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Los helechos de mi madre

Vanessa Cruz García



“…sólo la gratitud hacia la mujer que la ha traído al mundo puede darle a una mujer el sentido auténtico de sí misma”

Luisa Muraro, El orden simbólico de la madre


Mi madre parió seis veces, de esas seis, cinco sobrevivimos. Yo soy la cuarta hija. Antes de mí llegaron dos hermanas y un hermano más, después de mí llegó el último.


Cuando tenía cuatro años vi a mi madre gestar en ella a otra criatura. Siempre le hice saber mi asombro y admiración. La llenaba de preguntas como: ¿sí dolía llevar al bebé?, ¿qué se sentía ser mamá?, ¿sí dolía tener bebés? Las preguntas eran casi siempre las mismas y ella siempre respondía que tener bebés dolía mucho, pero que era un acto de amor inmenso y el cual conocía bien. Durante muchos años, la palabra “dolor” tenía más peso que el resto de su respuesta.


La inmensidad de mi madre la proyectó su cuerpo en esas seis ocasiones en las que estuvo a punto de “dar a luz”. Y ahora haré referencia de cómo llegué a saberlo, conocerlo y reconocerlo. No es que antes no lo hubiera sabido, pero es que ahora ya tengo las palabras y referencias que necesitaba para poder expresarlo. Para mí, ella es una entidad creadora de todo cuanto existe.


¿Alguna vez han observado el líquido amniótico de una mujer embarazada?, ¿lo han visto a través de un microscopio?, ¿han tenido la oportunidad de ver el líquido cuando una mujer está a punto de “dar a luz” o caso contrario, cuando aún le faltan varias horas para llegar a ese momento?, ¿han visto de cerca esas diferencias? Yo sí.


En el mundo de los análisis clínicos, existe una prueba que se llama “cristalografía”;la cual procede a recoger una pequeña muestra del líquido amniótico de la mujer embarazada para poder saber si “ya está lista para entrar a labor de parto”. ¿Y qué información ofrece esa prueba? Yo diría que revela y manifiesta la entidad creadora de las madres, que a simple vista no se puede apreciar, pero una vez que lo observas, te encuentras con la creación e inmensidad del mundo, e incluso del cosmos.


Cuando una mujer está a punto de entrar a labor de parto, la naturaleza se refleja en un líquido que emana de su cuerpo. Y me refiero a que se pueden ver células y membranas en forma de helechos. Es como estar viendo un paisaje natural inmenso que se manifestó desde las entrañas vaginales de la madre. Si alguna vez has tenido una planta de helecho en casa, sabrás que se dice que su ambiente es la humedad, así como la humedad que habita en el cuerpo de la mujer, así como el calor y la humedad ferviente que abraza a la mujer al momento de dar vida.


Mi madre ha pasado por esa inmensidad en seis ocasiones. En seis ocasiones el jardín de los helechos ha florecido. Sus parajes de belleza natural descubren la claridad de lo desconocido. La grandeza de su naturaleza divulgó al viento, la tierra, el agua y el fuego, un susurro, un llanto, un latido y lo cubrió de amor, ternura y quizá dolor. Pero este último no eclipsó la sensación de infinidad.


Y es entonces cuando ese líquido amniótico se desploma como un fluído torrencial, o una lluvia de estrellas listas para ver el Big Bang, cuando todo comienza, cuando el resplandor de cinco almas comprenderán la magnitud e inmensidad del universo a partir de un sol llamado madre.


Los helechos de mi madre estuvieron listos para ver crear, para ver nacer y res/guardar el calor y la humedad en las que cinco vidas tuvieron lugar.

 

Fotografías:

  1. Células en líquido amniótico no listo para labor de parto.

  2. Membranas en forma de helecho en líquido amniótico.



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